Alejandro Cacetta, showrunner y productor de la serie «Noa»: «Pensamos en el mercado internacional sin abandonar nuestro amor por el cine»

Alejandro Cacetta es productor (a través de FAM Contenidos, junto a Mili Roque Pitt y Fernando Blanco) y showrunner de Noa, la comedia romántica y musical coproducida entre Argentina e Israel, con el Studio Global Sipur y el productor Yair Dori.

La serie consta de 25 episodios que se ruedan en Buenos Aires entre marzo y junio. Está dirigida por Mauro Scandolari y protagonizada por la gran estrella pop israelí, Noa Kirel y el actor y cantante argentino Agustín Bernasconi. Cuenta la historia de Noa (Kirel), quien, tras meses de una relación a distancia, viaja a Argentina para reencontrarse con su novio. Nada sale según lo planeado y Noa conoce a Tomy (Bernasconi), un joven que intenta reconciliarse con su pasado y forjar una nueva vida lejos de la música. Todo esto mientras Noa, presionada por sus padres y lidiando con su nueva realidad en Buenos Aires, emprende un viaje de descubrimiento en busca de su identidad musical.

-FAM Contenidos es una de las productoras que supo entender la transformación del sector audiovisual y la producción de contenidos para plataformas. En esa dirección se está rodando en Buenos Aires la serie NOA, una coproducción con Israel. ¿En qué consiste?

Es cierto que tratamos de leer para dónde va el audiovisual o para dónde podemos cruzarnos para seguir produciendo. Pensando en un mercado internacional y con contenidos universales. En esa definición no abandonamos nuestro amor incondicional por el cine. En FAM no solo está la heterogeneidad del género, sino también la de los formatos.

En este caso es una serie de 25 episodios, direccionado a un target que no es muy normal en nuestro cine o audiovisual en general. Este tipo de contenidos en particular están focalizados en lo infantil o en un público más adulto, que en este caso internacionalmente apunta hacia el drama. El target de esta serie es para un público juvenil o adulto joven, con la mira puesta en la comedia romántica. Con mucha música, además, porque los dos protagonistas son músicos. Noa Kirel es la estrella más grande de Israel. Ha tenido conciertos en el Madison Square Garden y participado en grandes festivales de música en Europa. El coprotagonista es Agustín Bernasconi, que además de iniciarse como actor, es un músico que nos gusta muchísimo.

El desafío es muy grande: si bien no es la primera vez que hay una colaboración entre Argentina e Israel, en este caso no solo tenemos participación de capitales o de productoras, sino de talento israelí.

-¿Qué desafíos implica la búsqueda para una producción entre dos países de culturas e idiomas distintos?

Cuando nosotros pensamos en coproducciones, por la experiencia y la historia de los tres socios, siempre apuntamos a mercados internacionales y a contenidos universales. Más allá de las particularidades de cada uno de los países y, por supuesto, a idiomas y culturas diferentes, hay conflictos que son universales y que identifican. Eso es lo primero que nos lleva a pensar que es una propuesta que va a tocar al público en cualquier lugar del mundo. A priori es un contenido muy identificable para el target que apuntamos en cuanto a las edades. Después nos puede ir mejor o peor, que esa es otra historia.

Se rueda todo en Argentina y es todo en español. El mayor desafío lo tiene Noa, que lo va a hacer en una lengua que no es la de ella. Habla hebreo e inglés, pero no maneja el español como los otros dos idiomas. Esto también implica un desafío para nosotros como productores, productores ejecutivos, showrunners y director y el resto del elenco. Si bien es una serie argentina, tiene puntos de contacto con lo iberoamericano o latinoamericano. Esa es la idea.

-¿Qué atractivo ofrece Israel como mercado para una producción latina que además sucede en Buenos Aires?

Es un ida y vuelta. Hay una complementariedad, en tanto siempre las coproducciones deben tener un sentido. Muchas veces -y no me voy a bajar de eso porque a veces lo tenemos que hacer- hay que privilegiar la cuestión financiera. Hemos hecho algunas coproducciones internacionales que son un pelín forzadas. Pero siempre intentamos que no lo sean, que sean orgánicas. En este caso, el incentivo es que es un mercado no muy común para nosotros: no es España ni el resto de Latinoamérica.

-¿Cómo fluyó el vínculo entre productoras?

La mayor simbiosis, donde más nos potenciamos, es que se trata de un mercado que nos permite tener buen talento. Es un mercado muy amigable: Yair Dori ha sido un precursor y ha instalado infinidad de artistas en Israel y en Oriente Medio. Han tenido muchos años novelas argentinas. Los equipos técnicos que tenemos tienen una calidad que son bien recibidas en todo el mundo. Israel no es la excepción.

-Además de Noa, FAM Contenidos tiene un proyecto de coproducción con Uruguay del largometraje El Rosario de los Andes, protagonizado por Natalia Oreiro. ¿En qué instancia está?

En etapa de desarrollo. El audiovisual en el mundo no está fácil. No voy a decir ninguna genialidad ni nada que no sepamos. Los proyectos a veces tienen un desarrollo que son más largos de lo que debiera.

Las plataformas tienen un cierto número de proyectos para desarrollar y somos un montón que tenemos propuestas para desarrollar. Tenemos muchos talentos en todos los rubros, muchas historias interesantes y bien contadas. Pero no todas pueden llegar automáticamente o al mismo tiempo, con una plataforma que la apoye.

La financiación está muy difícil y dependés cada vez más de las plataformas. Por eso nuestra internacionalización tiene que ver con eso. El año pasado rodamos El hilo rojo y parte lo filmamos en México. Empieza a surgir esa necesidad, no solo de búsqueda de fondos y de mercado, sino también de filmar en otros lados.

El Rosario de los Andes es un proyecto que nos gusta muchísimo: la historia, el director, el cast…Estaba en proceso de desarrollo, veremos cuándo puede ver la luz. Mientras tanto, este año tendremos el estreno de Papá por dos, una comedia que rodamos el año pasado en coproducción con Chile. Y vamos a las salas como primera ventana.

-Se trata de seguir creyendo en el cine.

-Siempre. Siempre.

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